Las votaciones en la Asamblea General de Naciones Unidas no dejan lugar a dudas: una abrumadora mayoría de Estados de la comunidad internacional condena la invasión rusa de Ucrania. La consideran una ruptura de la legalidad internacional y de la Carta de Naciones Unidas. Pero esa abrumadora mayoría no se traduce en un apoyo a las sanciones impuestas por el bloque occidental a la Federación Rusa. Un importante número de países del llamado Sur Global se resisten a acompañar la estrategia, y prefieren apostar por la neutralidad y por una solución diplomática a la guerra. Esa resistencia genera frustración en Estados Unidos y en la Unión Europea, y da esperanza a Rusia de que su narrativa sobre la invasión gane terreno en un tablero internacional en recomposición.